sábado, 2 de octubre de 2021

EVANGELIO XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 MARCOS 10, 2 - 12

Acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?. Él les replicó: ¿Qué os ha mandado Moisés?. Contestaron: «Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio». Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».

SEÑOR, cuando tanto se menosprecia el matrimonio, incluso entre cristianos, ¡qué falta hace tu poderosa Palabra! Como estuviste presente el día feliz de su boda, haz que vivan tu presencia en las crisis: que no sean solo dos los que discuten y riñen, sino que estés tú también en medio de ellos poniendo paz, amor y unidad, dándoles fuerzas para perdonarse mutuamente, y seguir caminando unidos en el amor. Cuando no es esta la realidad, los hijos son las víctimas inocentes. 

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