sábado, 10 de octubre de 2020

EVANGELIO XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 MATEO 22, 1 - 10

Volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir. Volvió a mandar a otros criados encargándoles que dijeran a los convidados: ‘Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda’. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. El rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados: ‘La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren’. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.

SEÑOR, en tiempos del Concilio la televisión comenzaba a entrar en las casas: por supuesto, en blanco y negro. Con emoción, me senté ante el televisor aquel 11 de octubre de 1962, para seguir en directo la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II por san Juan XXIII, cuya fiesta celebramos hoy, 58 años después. Papa y Concilio son dos de los mejores regalos que hiciste a la humanidad en el siglo XX. Dame, Señor, la sabiduría del Concilio y la bondad del "Papa bueno", para aprender a ser tu testigo creíble en este tiempo descreído, y a conseguir ser para los demás el reflejo fiel de tu misericordia y la cara amable de tu Iglesia. El Padre me invita a tu fiesta de bodas con tu Iglesia, todos los bautizados. ¿Y voy yo a despreciar esta fiesta por cualquier bobada? Quiero estar en tu boda, limpio de pecado, con el traje de fiesta de tu gracia. 

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