sábado, 3 de octubre de 2020

EVANGELIO XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 COLECTA DEL ÓBOLO DE SAN PEDRO

MATEO 21, 33 - 43

Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?". Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

SEÑOR, San Francisco eligió para sí y para sus seguidores tenerte como roca firme de su vida: a ti, solo a ti. Te tenía a ti como el único tesoro de su vida, lo tenía todo, era libre. Se había hecho pequeño, el "menor", para seguirte a ti y tener tu Evangelio como regla de vida, participar ya en esta vida de tu reino, y hacer a los demás partícipes de su riqueza espiritual. Con su amor universal, estaba en comunión con toda la humanidad y con toda la creación. Hoy quiero hacerte una petición especial para la gran Familia Franciscana: que los hijos e hijas de Francisco sigan sus huellas. Y que los demás, a quienes también llamaba "hermanos", aprendamos de Francisco que la paz del corazón, el amor y la entrega son la fuente más auténtica de la verdadera felicidad. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario