domingo, 3 de mayo de 2015

Hartos

HARTOS de la prioridad del interés privado frente al público como comenta Victoria Camps en su capítulo de Hartos de corrupción de la editorial Herder. Cuando en los asuntos públicos se introducen intereses privados, el mal ya está dicho y hecho. José Ortega y Gasset nos recuerda "que la vida pública española de hoy es el trasunto fiel de la vida pública española de siempre. 


Hemos ido acostumbrándonos a la idea de que la corrupción, el desorden, la anarquía y la falta de solidaridad social y aptitud para el colectivo son tan solo transitorias y anormales, algo así como una enfermedad a curar". Cuando no existe confianza en los demás miembros de la sociedad civil, se va a convertir en un factor que generará corrupción, no solo en la política, como nos indica García-Baró "sin virtudes personales no es posible ir por el mundo más que causando estragos"; es un problema ético, moral y común, un problema educacional de base, que El Papa ha expresado reiteradamente, que el pecador se arrepiente y hace propósito de enmienda, pero el corrupto se enorgullece; solo hace falta ver en los medios de comunicación, las rostros carialegres y arrogantes camino de los Juzgados, calabozos o presidios, pensando festivamente, que se han salido con la suya con la maquinación y el engaño; valorándose por muchos, más como una virtud engañar que ser engañados. 

Se están poniendo instrumentos jurídicos y sociales para evitar este tipo de comportamientos naturales nocivos y perjudiciales para la convivencia social, a fin de mejorar en un futuro mediato, ya que como manifestaba Kant, "el ataque o lesión al sistema público es el mayor crimen que se puede cometer, porque destruye los fundamentos y la armonía de la comunidad, por tanto, deben de ser castigados con dureza". 

No se puede tener piadosa misericordia frente a la corrupción, por ser el mayor crimen que se puede cometer contra la honradez y la honestidad. La única función verdadera y auténtica de cualquier gobernante es evitar la corrupción; es pensar en el bien común y no en el particular. Rousseau exhortaba "que el sistema democrático es el mejor, pero también el más dependiente de la virtud de sus líderes, pues siempre se está en continua competición y constante crítica, lo que lo hace arriesgado que estos caigan en actos corruptos". Sí aspectos de la vida privada quedaran excluidos de lo público, la corrupción sería cero. 


Rafael Leopoldo Aguilera Martínez

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