jueves, 4 de julio de 2013

Discurso de despedida de Raquel Criado‏

Con el permiso del Sr. Consiliario. Buenas noches.

Celebramos, con esta Misa Mensual, el cierre de un nuevo curso rociero vivido en nuestra Hermandad. Con él, el fin de una etapa de la misma, y la toma de posesión de la nueva Junta Directiva.

Sirvan estas palabras mías como despedida a tres años de trabajo dedicados a la Hermandad y, en nombre de toda mi Junta, nuestro agradecimiento por la confianza mostrada.

Doy gracias a Dios, y a nuestra Bendita Madre del Rocío por dar la oportunidad a Almería de seguir caminando por las duras arenas de la vida y de la fe rociera demostrándonos como cristianos que, regados de la fuerza de Pentecostés, los senderos se allanan y las puertas se abren a todo aquel que camina con fe.

Apoyada y amparada por mi consiliario, mi junta y todo aquel, que sin llevar un cordón plateado, siente sobre su pecho la medalla de nuestra hermandad, estos tres años han pasado en un suspiro. Les doy las gracias a todos. Ellos saben quienes son, sin nombrarles. También les doy las gracias a los que se quedaron en el camino, a los que no han ayudado a la hermandad, a los que en ciertos momentos tuvieron un no o una callada por respuesta, un ataque o un falso testimonio. También han sido necesarios para hacernos fuertes y para que la Virgen se sienta orgullosa de los que trabajan por la Hermandad.

Así, ahora, que el aire huele a despedida, mi corazón puede latir con fuerza quizás queriendo llevar a mi garganta ese tiempo detente que es tan grande el consuelo que mi alma siente….

Pero llega la hora del relevo.

Paco, en tus manos esta la hermandad. Que sean estos, años de fructífero trabajo para mayor honra y honor a Dios, a nuestra amantísima Madre y a nuestra hermandad. Tuyos y de tu Junta Directiva.

Que en vuestra mente y en vuestro corazón prime siempre la palabra hermandad, esa que se hace con mayúsculas, la que no debe mirar intereses personales, la que no sea de servidumbre al hermano mayor sino a lo que representa, la que este abierta a la escucha de todos, a la participación de todos, los de dentro y los de fuera.
Una hermandad que se deje conocer en la ciudad, entregada al resto de hermandades y cofradías que forman nuestra agrupación, mimando con cariño a aquellos que nos acompañan y nos tienen como referente, participando y atendiendo a los que en su alma llevan grabado el nombre de Rocío, o de cualquier otra a la que se entregan para que les lleve a Jesucristo.

Cuidad con esmero estas gotas de fe repartidas por nuestra geografía: Santander, Sevilla, los benditos pueblos que nos acogen en nuestro peregrinar de Pentecostés, Garrucha, el poniente y el levante almerienses, nuestros hermanos de Soledad y aquellos con los que compartimos sede: Santa Cena y Santo Entierro.

Atended la llamada y palabras de nuestro consiliario. El siempre ha estado dispuesto a ayudar a la hermandad, a mi me ha dado muy buenos consejos. Todos conocemos a Don Esteban, son muchos años en San Pedro y en nuestra hermandad y sabemos que, con su permiso padre, es usted un cura rociero, que habla de nuestra hermandad y del Rocío, de Pentecostés, de la Virgen y de su Hijo, de los hombres que como niños lloran en la reja y dan lecciones de fe con la letra de unas sevillanas. Predica en nuestros triduos y en las misas de hermandad, teniendo siempre a nuestra Madre del Rocío como referente. Comprendedlo, cuidadlo y respetadlo.

Prestad especial atención a los hermanos rocieros, sus palabras, sus consejos y sus críticas. Que sirvan todos para hacer crecer la hermandad. Olvidad los corillos de aquellos que, por envidias, hablan mas de los que saben. Desterrad los comentarios, que venidos de terceros, atentan contra la hermandad, contra la junta directiva o contra la persona de cada uno. Poneos a disposición del que tenga dudas o cuestione actuaciones o decisiones, y hacedlo en las asambleas, que sean estas el reflejo de los que queremos en la hermandad.

Y vivid por y para ella. Así, poco a poco, la entenderéis y la conoceréis, en su conjunto, con lo bueno y lo malo que tenemos todos. Y respetadlo.

Y todo esto, Paco, ayuda mucho.
Apoyate en tu medalla en los momentos duros, sujétala bien fuerte y ella será la que te guíe y vaya abriendo el camino.

Solo te hago una petición especial, a ti y a toda tu junta. Tened los brazos abiertos a los jóvenes, son el futuro de nuestra hermandad. Y de buena fe os digo que vienen pisando fuerte, aprendiendo y enseñando mucho que los mayores, entre los que me incluyo, desconocemos.

Su entrega es infinita, no atienden al cansancio, ni entienden de limitaciones. Si se les cierra una puerta, ellos abren una ventana, y otra y otra más. Y te da la sensación a veces, que ni siquiera dejan descansar su mente, que buscan, se mueven entre las mareas, se inquietan, preguntan, se informan, y así, casi pareciendo sin esfuerzo y engañándonos a todos con la vitalidad de la juventud, te sirven en bandeja aquello que muchas veces soñaste.

Cuidadlos y llevadlos de la mano.

Que nuestra Virgen y el Pastor que sostiene con mimo, os guien en este mandato. Y a ti, Paco, vive cada momento que te será regalado.

En este momento, y agarrada a mi medalla, siento y se que ha llegado el momento, el necesario momento de soltar la vara, de colgarme mi medalla, de ponerme detrás de mi carreta y de seguir viviendo mi hermandad.

Paco, en tus manos y en las de tu junta esta ahora coger las riendas. Disfrutadlo y vividlo con intensidad.

Y a los presentes, gracias, pero con mayúsculas.

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