sábado, 3 de septiembre de 2022

EVANGELIO XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 LUCAS 14, 25-33

Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar». ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».

SEÑOR, nos adviertes de que es imposible seguirte fielmente si no renunciamos a nuestros caprichos, manías y malos sentimientos que se oponen a tu Evangelio. Jesús, a pesar de mis imperfecciones, quiero ser un buen discípulo tuyo. Ayúdame, con tu gracia, a conseguirlo. 

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