jueves, 25 de febrero de 2016

CENTENARIO EN EL SANTO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN


Desde que escribiese hace unos años un estudio sobre el paso palio en Bailén, no había vuelto a dejar caer mis investigaciones por el Programa de Semana Santa de Bailén. Desde que el mismo cambió de formato y la entrada de más cantidad de artículos hizo acto de presencia en la ya veterana publicación, comprendí que había llegado la hora de hacer del mismo lo más parecido que mis paisanos conocen con el programa de fiestas de julio, como no es otra cosa que acrecentar la sapiencia de los cofrades bailenenses con artículos de ámbito histórico y artístico, siempre que sus editores lo tuviesen a bien. Este año, gracias a la generosidad de la Agrupación de Cofradías, o Unión Local de Cofradías como se refleja en el número de este año, han vuelto a hacerme un hueco entre sus páginas a lo que agradezco profundamente la deferencia. 
Viendo que nada más y nada menos un centenario podría pasar de largo, decidí hacer un artículo que viniese a conmemorar este cumpleaños tan redondo con la efeméride que nos recuerda que la Santa Vera Cruz lleva viviendo cien años en su ermita del Santo Cristo y que la devoción en la iconografía de Nuestro Señor Jesucristo en su Sagrada Expiración también cumplía su primer centenario entre los bailenenses. Así nace este estudio que someramente relata la historia de la ermita, con la publicación de algunos documentos inéditos que este servidor encontró en el archivo diocesano más lo que me ha aportado el autor de esta parte, porque el estudio no es solo mío, la colaboración siempre magistral de Juan José Villar Lijarcio ha tenido mucho peso en el resultado final del trabajo. El origen, la recreación histórica y los avatares que llevaron hasta ella a la cofradía de la Santa Vera Cruz se narran en el trabajo de investigación. La segunda parte viene acompañado de la narración histórica de las dos imágenes con las que ha contado la hermandad, completándose con los mayores datos sobre la primitiva imagen y la actual a la que hemos podido tener acceso más la inclusión de ciertas hipótesis de cómo pudo surgir este regalo de la familia Martínez y Ramón a la cofradía bailenense, cual pudo incluso ser el taller donde se realizó la actual e incluso la primitiva, la curiosa comparativa con el antiguo Cristo de la Buena Muerte linarense y algún dato inédito como el autor de los Sagrados Corazones que perecieron en la profanación del treinta y seis. Estos son algunos de los detalles que podrán encontrar leyendo plácidamente en el sofá o ante la pantalla del ordenador o móvil al leer este artículo.

CENTENARIO EN EL SANTO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN

100 años de Ermita y de Expiración para la Santa Vera Cruz de Bailén
en un enclave histórico de devoción popular

Desde mediados del siglo XVI existen noticias documentales del denominado “humilladero de la Silera”, probablemente una sencilla cruz de hierro que señalaba el final del entramado urbano de Bailén por aquella parte, en lo que por entonces sería uno de los puntos más altos de la villa, sobre uno de los caminillos de entrada a la población. La situación de aquel viejo humilladero de la Silera, en pleno descampado, extramuros de la villa, puede identificarse fácilmente con la actual calle de la Cruz, en cuya parte final nuestros mayores siempre recordaron una hornacina con una sencilla cruz, devotamente conservada por algunos vecinos, ante la que se “humillaban” y santiguaban los transeúntes, labradores y vecinos de aquellas eras altas y calle de los tejares. Todavía hoy la misma casa de esta calle de “la Cruz”, esquina Silera con Almendral, recuerda en su fachada aquella sencilla cruz, justo mirando hacia la lindera ermita del Santo Cristo, capilla que sería levantada durante el siglo XVIII en un enclave histórico, como vemos, de significada tradición y devoción popular.
La Ermita del Santo Cristo de Nazaret (1735-1841)
La “Obra Pía de la Hermita Santo Cristo de Nazaret” o “Santuario del Santísimo Cristo de Nazaret” fue de una de las mayores fundaciones religiosas privadas que conoció la villa de Bailén, de principios del siglo XVIII, para mayor gracia y beneficio espiritual de sus fundadores, don Pedro Padilla Soriano (+1725) y su esposa doña María López (+1735), que promovieron y costearon la construcción de esta nueva capilla, previa licencia concedida por el Obispado, dejándola instituida como heredera universal de todos sus bienes, servida por una capellanía y administración sujeta al curato de la iglesia parroquial de La Encarnación.
En el Archivo Histórico Diocesano de Jaén se conserva un expediente con el testamento y codicilos que en junio de 1735 otorgó su fundadora, doña María López, incluyendo “inventario de los bienes que dejó para el Santuario del Santo Christo de Nazaret que está en la calle del Almendral de dicha villa”. 
Testamento de Maria Lopez. A.H.D.J
Parece ser que esta hacendada vecina, viuda y sin hijos, no llegó a ver finalizada y consagrada su gran obra piadosa, pues, fallecida en 24 de junio de 1735, en su testamento de 14 de junio dejó encargado “que del primer fruto de azeituna que Dios me diere, aunque no esté fallecida, se tomen seiscientos reales de vellón para ayuda a continuar la obra de la Capilla y Hermita del Santo Xpto. que dicho mi marido y yo hemos hecho, y para su mayor decencia”.
Tras las mandas piadosas de costumbre y otras generosas donaciones en favor de parientes y otros vecinos allegados, “por lo bien que lo han hecho conmigo”, doña María López designó como albaceas testamentarios a don Luis Álvarez Tenorio, cura de la iglesia parroquial, y a don Cristóbal Rentero Gámiz, clérigo capellán, “para cumplir y pagar este mi testamento, mandas y legados y todo lo en él contenido […] y cumplido y pagado este mi testamento, mandas y legados y todo lo en él contenido, con el remanente de mi bienes, muebles, raíces, semovientes, deudas, derechos y acciones que me pertenezcan en cualquier manera, intitulo por mi Universal Heredero a la Hermita Capilla y nueva Iglesia que, a expensas del dicho don Pedro Soriano Padilla mi marido y mías, está fabricada para colocar en ella al Santísimo Cristo de Nazaret, que está en la calle del Almendral de esta villa; para que dicho remanente se distribuya en adelantamiento de dicha nueva Iglesia, su adorno y decencia y que con la mayor brevedad se haga la colocación del Señor en ella; con la bendición de su Divina Majestad, y encargo a mis Albaceas pongan de su parte el cuidado posible y que sea con la mayor brevedad y voluntad de los susodichos, cuya institución de heredero hago en aquella vía y forma, que mejor haya lugar en derecho”. 
Esta nueva ermita debió ser consagrada durante aquel mismo año de 1735 o en el siguiente de 1736, pues en el citado testamento y autos son varias las referencias a que se disponga todo lo necesario para su inmediata consagración y la colocación o entronización de su Cristo titular. Queda por dilucidar si aquella imagen no sería más que el Santo Cristo del viejo humilladero colindante, quizá un tosco Crucificado, de hierro o de madera, que fue trasladado a esta nueva capilla, construida a su vera y en su honor para una mejor veneración y culto. Lo que sí parece claro es que aquella nueva ermita de Bailén vino a sustituir la vieja cruz de la Silera o “yerro del Santo Cristo”. Lo mismo que ocurrió en otros muchos pueblos España, a lo largo del siglo XVIII, con este tipo de “cruces viejas” y humilladeros (por ejemplo, el “humilladero del Santo Cristo” en Baños de la Encina, hoy ermita del Cristo del Llano).
Al menos entre los años 1739 y 1753 ya consta el presbítero don Diego Martín de la Cuesta como administrador de los bienes de esta “Obra Pía de la Hermita Santo Cristo de Nazaret”, que en agosto de 1752 declaraba una ingente dotación de cinco hazas en los ruedos de la villa, más cuatro piezas de tierras de campiña y otras nueve piezas de olivar que sumaban un total de 1.016 “olivas puestas a cartabón”. 
Las rentas de este ingente caudal (descontados los derechos parroquiales por colecturía, cuentas y décimas) fueron destinadas a la celebración perpetua de una fiesta mayor cada 14 de septiembre (Exaltación de la Santa Cruz) y doce misas rezadas todos los viernes y sábados de Cuaresma, además de las seis arrobas de aceite que anualmente gastaba la lámpara del Santísimo y otros gastos ordinarios como “lavar la ropa de dicho Santuario”. 
No existe constancia que esta ermita tuviera relación alguna con las cofradías y hermandades penitenciales de aquellos siglos, pero fue una fábrica y capellanía eclesiástica muy popular, que a partir de entonces dio nombre a la también popular “calle del Santo Cristo”, ya muy reconocible como tal en el siglo XVIII, citada como “calle del Santo Christo de Nazaret […] que confronta por la parte de arriba con la calle de la Silera”.
Aquella ermita del Santo Cristo continuó abierta al culto y bajo administración eclesiástica hasta la gran desamortización parroquial de 1841. A partir de entonces la ermita sobrevivió secularizada, conociendo distintos usos civiles a lo largo de las décadas (almacén de aperos, escuela de niños). Sabemos que en el año 1864 el local era propiedad de Juan Antonio Carrillo. En 1916 la familia Corchado, propietaria del inmueble, lo cedió a la actual Cofradía de la Santa Vera Cruz. De esta forma fue recuperada para el culto como “ermita del Santo Cristo de la Expiración”, aprovechando la coincidencia del antiguo nombre de la ermita con el nuevo titular de la hermandad de la Vera Cruz, donando ese mismo año por la familia Martínez y Ramón. Pero hasta entonces, hasta aquel año de 1916, la popular ermita del Cristo no tuvo ninguna relación con el mundo de las cofradías y hermandades de Semana Santa.
A falta de una investigación más profunda, he aquí una brevísima historia sobre esta obra pía y antigua ermita del Santo Cristo, de la que se conserva su fábrica original, de principios del siglo XVIII, con planta de cruz latina y aparejo de sillería, obra especialmente conservada en el crucero, cubierto con bóveda de media naranja. El resto de la ermita, como su decoración interior, ha sido varias veces remodelada y reformada a lo largo del siglo XX, destacando la gran obra general de 1976, cuando se reedificó la nave y la vieja portada, que fue ampliada y coronada con espadaña de ladrillo.
El Santísimo Cristo de la Expiración. Nueva denominación de la ermita (1916-2016)
A principios del siglo XX la actual Cofradía de la Santa Vera Cruz se encontraba establecida en la ermita de la Soledad, pues ésta hermandad, como la de San Juan Evangelista, no contaba con una capilla o ermita propia. Por entonces, la cofradía veneraba, además de la Santa Cruz, advocación titular de la corporación, a la Santa Mujer Verónica, representación de gran raigambre en todo el Santo Reino de Jaén por la reliquia que se venera en su Catedral. 
Pero, como hemos apuntado ya, el antes y el después para la Cofradía de la Santa Vera Cruz llegó en el año 1916, cuando la familia Martínez y Ramón donó una imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, al mismo tiempo que la familia Corchado cedió a la cofradía la antigua ermita del Cristo. 
Con el traslado de estos tres titulares en 1916 (Santa Cruz, Verónica y Cristo de la Expiración) la Cofradía de la Santa Vera Cruz reabrió al culto religioso la antigua y popular "ermita del Santo Cristo", que en su origen había sido ermita o “santuario del Santo Cristo de Nazaret". Debido a la coincidencia genérica de su advocación (“Santo Cristo”), la nueva sede de la Santa Vera Cruz y su sagrado titular fue asimilado de forma natural e instantánea por la sencilla devoción de los bailenenses. Desde entonces en este pueblo, siguiendo el habla más bailenera, “la Cruz” es “el Cristo”, o lo que es lo mismo, “el Cristo” es “la Cruz”, tanto monta, hermandad como ermita, siempre inseparables, monta tanto, cofradía como imagen titular.
Así lo explicaba el recordado cofrade de la hermandad de la Santa Vera Cruz, Bernardo Zagalaz Navas que “reinaba Alfonso XIII cuando la familia Corchado cedió a nuestra Hermandad su actual ermita que los mismos hermanos tuvieron que acondicionar, ya que su anterior uso había sido una escuela e incluso local de baile por el carnaval. Fue en 1916 cuando la familia Martínez y Ramón donó a nuestra cofradía una imagen del Santísimo Cristo de la Expiración que daría nombre a nuestra ermita, ya que esta se abrió con el traslado de las tres imágenes.” [Bailén Informativo, nº 32 (abril de 1985), p. 9.]
Por lo tanto, en este año 2016 se cumplen cien años desde que la familia Corchado donara la antigua ermita del Santo Cristo a la Cofradía de la Santa Vera Cruz, del mismo modo que se cumple el centenario de la primera donación realizada por la familia Martínez y Ramón de la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración. 
Cuando llegó la Guerra Civil, a finales de julio de 1936, en la misma "puerta del Cristo" ardieron las tres imágenes titulares, tras mofa sacrílega arrastrando el crucificado cuesta abajo, amontonadas con el resto de enseres y pertenencias de la recién estrenada sede de la cofradía. Sólo se salvaron el gallardete y los cetros, gracias a la intervención del hermano cofrade Juan Pedro Martínez Cano, apodado como el “Negrito”, que los escondió en el pajar de su casa. La ermita, saqueada, volvió a ser dedicada para diferentes usos seculares (entre otros, almacén de un escuadrón de Caballería). 
El 30 de enero de 1940, acabada la Guerra Civil, el párroco Maximiano Torres Muñoz volvió a certificar el uso religioso de la "ermita del Santo Cristo", destinada al culto católico, inmueble “propiedad indivisa de José Moreno Agrela y herederos de Manuel Corchado Medrano”, cedido en comodato a la Cofradía de la Santa Vera Cruz.
A partir de entonces algunos pocos hermanos impulsaron la reorganización de la cofradía, que durante algún tiempo salió a la calle pidiendo donativos para restaurar la ermita y adquirir nuevos pasos. Según Bernardo Zagalaz, “sobre el año 1941 o 1942 la familia Martínez y Ramón volvió a donar una nueva imagen del Cristo de la Expiración”, por lo que en este año 2016 también celebramos la efeméride del LXXV aniversario de la llegada de la actual imagen del Crucificado titular de la Vera Cruz de Bailén. 

Y es que los Martínez y Ramón (Juan Martínez y Amalia Ramón), acaudalada y benefactora familia de Torrelavega (Santander) afincada en la ciudad en torno al año 1850 y gran parte del XX, fueron los responsables de donar por dos veces, en poco más de veinte años, las dos imágenes del Cristo de la Expiración que ha conocido la religiosidad popular cofrade de Bailén. 
Sin duda, la llegada en 1916 de la primera imagen del Cristo de la Expiración pudo estar influenciada por la necesidad de un titular de más peso para la hermandad, ya que hasta entonces la cofradía crucera no contaba ni con un Cristo ni con una Virgen, solo con las tallas de la Santa Cruz y la Verónica. Por aquellos tiempos, faltando un Crucificado para las procesiones de la muy humilde Semana Santa de Bailén, es normal que se pensara en la representación de la Expiración. El gusto cofradiero por esta iconografía había tomado un auge extraordinario en toda España a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se fundaron numerosas cofradías bajo la advocación del Santísimo Cristo de la Expiración, así por ejemplo en ciudades como Jaén (1888) o Linares (1894), tan influyentes en toda la comarca. No es de extrañar que esta difusión fuese fuente de inspiración para tan significativa donación.
No se conocen fotografías de aquella primera imagen ni su autor, aunque los más veteranos bailenenses apuntan que aquel Cristo era igual que el actual, que vino para reponer al destruido en 1936, lo que podría suponer que aquella primera talla de 1916, fuese de escuela levantina, como su homónima de Linares, y que incluso los Martínez fuesen asesorados en la ciudad vecina para acometer el encargo. Aunque no tendríamos que descartar una posible devoción de los Martínez al Cristo de Limpias de su Cantabria natal en pleno auge por entonces.
Es indudable el protagonismo de la escuela levantina, con sus numerosos talleres y escultores, en aquel renacer romántico cofradiero de principios del siglo XX, en Bailén y en toda la provincia, cuando pueden documentarse importantes adquisiciones de arte religioso, según el gusto y la producción propia de la época. Por ejemplo, en 1889 llegaron a la iglesia de La Encarnación las dos imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de María, obras del barcelonés Jacinto Calsina. En 1903 la Cofradía de Nuestro Padre Jesús adquirió su primer Resucitado, una imagen con todas las características propias de esta escuela (según puede comprobarse por la única fotografía conservada) y en 1917 la misma cofradía renovó su Cristo Amarrado a la Columna, una nueva incorporación que seguramente hubiese sido de la misma escuela levantina. Recordamos también que en agosto de 1914 se consagró el nuevo templete camarín de la Virgen de Zocueca en el altar mayor de La Encarnación, obra del taller valenciano de José Romero Tena, escultor que posteriormente realizó la devota imagen de Nuestra Señora de los Dolores (1942). En resumen, es lógico pensar que aquel primer Cristo de la Expiración de 1916 pudiese ser del mismo tipo o escuela y, por tanto, muy similar a la antigua Expiración de Linares. 
Expiración de Bailén y Buena Muerte de Linares.
La actual imagen del Cristo de la Expiración, probablemente recibida en 1941, debe catalogarse como una talla de serie, realizado en pasta madera, de escueto valor artístico, aunque de extraordinario valor sentimental y devocional. Un Crucificado que siempre ha poseído mayor prestancia, en comparación tanto con otros simulacros típicos de posguerra como con la producción seriada actual, donde la calidad es incluso de un nivel inferior a la de entonces. Según la casa “El Arte Cristiano” de Olot (Girona) este modelo de imagen nunca ha pertenecido a su catálogo y la verdad es que muy pocos ejemplos del producto sacado del mismo molde se han encontrado por la geografía española. No habría que descartar que la imagen llegase a Bailén desde cualquier taller del área artística levantina que abarcó Cataluña –José María Martínez y Ramón vivió en Tarrasa-, Aragón, Valencia y Madrid, donde las familias Martínez y Corchado adquirieron algunas de las piezas que luego confirieron a las cofradías bailenenses.
Las destrucciones de la guerra y las penurias económicas de posguerra forjaron “hacer el agosto” a los talleres de producción seriada, más asequibles y rápidos que los imagineros o escultores de manufactura íntegramente artesanal. Aquellas fábricas prácticamente tomaron las imágenes levantinas difundidas durante las décadas anteriores como modelos de donde sacar sus moldes. Seguramente en talleres como estos, la familia Martínez puedo encontrar un Cristo de la Expiración similar al destruido, si es que, veinticinco años después, no existiese el mismo negocio en el que fue adquirido el primigenio Cristo donado en 1916, pues muchos de estas casas continuaron comercializando las mismas imágenes ya distribuidas con anterioridad a la guerra. 
Aunque existe igualmente en Linares, una imagen de pasta madera en la iglesia de San José de un Cristo crucificado, donde el Señor ya se encuentra muerto, que fue el origen de la actual cofradía de la Buena Muerte o “Los Estudiantes” de aquella ciudad. Aquella imagen es adquirida por el párroco D. José María López Montes, quien la donó a la iglesia de San José en 1928. Dicha imagen está realizada en pasta de madera por un taller de arte sacro y guarda una perfecta semejanza la cabeza del Cristo con la del Cristo Yacente que procesionó la cofradía linarense del Santo Entierro hasta 1958. Como de este Cristo Yacente, se sabe que fue adquirido en la “Casa Aranda” de Zaragoza en 1929, se atribuye a dicha empresa el crucificado. Observando una comparativa entre este Cristo y el Cristo de la Expiración de Bailén podemos observar que ambos cuerpos son un clon perfecto, lo que podría indicar de que el Cristo bailenense pudo salir de la “Casa de Aranda Torres” de Zaragoza, incluso que la imagen de 1916 también fuese adquirida en aquel comercio de arte sacro y fuese tal como recordaban los más veteranos una imagen idéntica a la nueva y actual.
Así pudo llegar hasta Bailén el Santo Cristo de la Expiración en el año 1941, aunque se desconoce un documento que certifique la fecha exacta de donación a la cofradía. Es muy probable que el nuevo Cristo llegara efectivamente en el año 1941, aunque también parece seguro que no pudo salir en procesión hasta la Semana Santa de 1942, año que realmente debe considerarse en Bailén como el de la primera Semana Santa de posguerra.
Actual Imagen y retablo. Foto; Joaquin Charriel
Desde entonces, la sede canónica de los cruceros bailenenses ha sido presidida por la eterna agonía del Santo Cristo la Expiración, que lleva setenta y cinco años muriéndose en su bailenense compás de Silera con Almendral, coronando la cuesta de su centenaria calle, a modo de Calvario particular, recordándonos, generación tras generación, que sin Cruz, no hay Salvación.
Fieles devotos y hermanos han contribuido desde siempre al mantenimiento de la emblemática capilla del Cristo, relicario de devociones populares, con su amplia nómina santoral de residentes y promesas. Es imposible detallar una lista de las reformas, donaciones y aportaciones más destacadas de las últimas décadas sin caer en el exceso o la omisión.
En el año 1996 la capilla sufrió un incendio fortuito que pudo haber sido catastrófico para el patrimonio de la cofradía. Desde entonces se hicieron necesarias muchas reformas. El mismo Cristo de la Expiración fue restaurado por el tosiriano José Miguel Tirao Carpio en 1997, con un resultado poco favorable que vino a enmendarse por el mismo autor en 2013. Con esta última intervención y policromía, más rica en matices, se ha recuperado parte del aspecto original de la talla. Además, se ha remodelado el cíngulo del sudario, estrenándose nuevas potencias y corona de espinas de orfebrería y, sobre todo, una nueva cruz arbórea, con casquetes o cantoneras doradas en sus extremos y nueva cartela de INRI en el mismo material. Esta última restauración del Santísimo Cristo de la Expiración fue bendecida el viernes 10 de enero de 2014, el mismo día que fue consagrado su nuevo retablo y altar mayor. 
Este año 2016, como hace cien años, “el Cristo” de Bailén franqueará sus puertas en la tarde del Viernes Santo, conmemorando una vez más el momento exacto y culminante de la gran obra redentora del Señor. 
La imponente silueta crucificada del Santo Cristo de la Expiración por las calles de Bailén cada Viernes de la Cruz… ¿Acaso hay mejor lección de teología?
Toda la vida de Cristo fue Cruz y martirio, ¿y tú buscas para ti holganza y gozo?


Juan José Villar Lijarcio
Juan Pedro Lendínez Padilla

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