sábado, 1 de agosto de 2020

EVANGELIO XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MATEO 14, 13 - 21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


SEÑOR, grande es tu amor y tu misericordia con la humanidad. Estabas rendido, te habías retirado a descansar. ¡Pero, ante loa multitud que te busca, reanudas tu actividad, les enseñas, curas a los enfermos, y los alimentas a todos! Son maravillosos tus gestos de amistad conmigo: tú me alimentas cada día con el Pan y la Palabra de Dios. Y de la pobreza de mi vida (solo tengo cinco panes y dos peces) quieres repartir a manos llenas a quienes tengo cerca y no conocen que tú eres el mejor Amigo. 

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