La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su marido, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: “Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa: «Dios con nosotros». Cuando José despertó del sueño, hizo lo que le había mandado el Ángel del Señor y acogió a su mujer.
OH ADONAI, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente, en el Sinaí le diste la ley, y en la plenitud de los tiempos te encarnaste en las entrañas de María Virgen sin intervención de varón: ¡ven a librarnos con el poder de tu brazo! Nuestro mundo está necesitado de la liberación del enorme mal que lo envuelve. Y mi vida, como oveja descarriada, tiene necesidad de un Pastor, que eres tú.
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